Jim Carrey y el socialismo.
No sé si leyeron un texto que publiqué hace meses titulado Jim
Carrey está louco?. Ahí yo trataba sobre la influencia de Eckhart Tolle
-- un Jiddu Krishnamurti reciclado -- sobre la mente del actor. Tanto la
lectura de Tolle como la de Krishnamurti tienen el mismo efecto: actúan
aparentemente como un detergente que arranca la basura de la cabeza del sujeto,
pero al mismo tiempo, como un arado, extirpan también las raíces de todas las
ideas, sean buenas o malas. Por eso he repetido varias veces: antes de hablar
de conservadurismo con un izquierdista empedernido, préstele un libro de
Krishnamurti. (Krishnamurti está entre los que me libraron del marxismo durante
mi período universitario) Desafortunadamente Carrey hizo el camino opuesto:
aró la tierra de la mente para plantar semillas socialistas. Recientemente, en
el programa de Bill Maher, no sólo elogió el socialismo, sino que también instó
a sus colegas de Hollywood a salir del armario, asumiendo públicamente esta
perspectiva ideológica Bien, ahora sí, se volvió loco. Un loco sincero, pero
loco.
Krishnamurti y Tolle son peligrosos. Y son peligrosos no sólo porque también pueden dejar el campo abierto para cosechas negativas, sino porque nos presentan algo positivo: la presencia del ser. Todo su discurso, sobre todo el de Krishnamurti, tiene un algo de zen budismo, de contemplación amorosa de la realidad. De hecho, después de entender todo el proceso de la auto-observación, de la búsqueda de la motivación oculta de nuestros pensamientos y actos, de la apreciación silenciosa de la realidad, del encuentro de la belleza, de discernimiento entre lo que es el ego y lo que es el Yo real, de la conciencia alerta ante los intentos que nuestro medio presenta para condicionarnos, después de todo eso, somos atrapados. Porque usted realmente termina teniendo innumerables experiencias del tipo, "aquí está el ser en toda su grandeza". el problema e
s que, al final de cuentas, Krishnamurti no nos presenta ninguna semilla, nada. Estamos a la deriva. Y habla como si eso fuera suficiente, como si no hubiera culturas y civilizaciones que nos preceden. Sí, vemos aquí y allá la grandeza total del ser -- pero vivimos en el tiempo, no en la eternidad.
Carrey estaba ante una gran oportunidad. Todo indica que no la aprovechó.
Krishnamurti y Tolle son peligrosos. Y son peligrosos no sólo porque también pueden dejar el campo abierto para cosechas negativas, sino porque nos presentan algo positivo: la presencia del ser. Todo su discurso, sobre todo el de Krishnamurti, tiene un algo de zen budismo, de contemplación amorosa de la realidad. De hecho, después de entender todo el proceso de la auto-observación, de la búsqueda de la motivación oculta de nuestros pensamientos y actos, de la apreciación silenciosa de la realidad, del encuentro de la belleza, de discernimiento entre lo que es el ego y lo que es el Yo real, de la conciencia alerta ante los intentos que nuestro medio presenta para condicionarnos, después de todo eso, somos atrapados. Porque usted realmente termina teniendo innumerables experiencias del tipo, "aquí está el ser en toda su grandeza". el problema e
s que, al final de cuentas, Krishnamurti no nos presenta ninguna semilla, nada. Estamos a la deriva. Y habla como si eso fuera suficiente, como si no hubiera culturas y civilizaciones que nos preceden. Sí, vemos aquí y allá la grandeza total del ser -- pero vivimos en el tiempo, no en la eternidad.
Carrey estaba ante una gran oportunidad. Todo indica que no la aprovechó.