Dilemas porteños.
Ambas orillas del
Río de la Plata conforman un mismo país, culturalmente hablando. Pero Uruguay y
Argentina no viven la misma situación política, mucho menos en relación al giro
continental que va a producirse a partir del 28 de octubre con epicentro en Brasil.
Fiel a un estilo de bajo perfil que coloca su imagen a resguardo del escándalo bolivariano, Uruguay tiene un gobierno ideológicamente bien definido -de izquierda. Argentina desde 2015 es centrista. ¿Cuál de los dos será interpelado realmente por el tsunami Bolsonaro?
La izquierda es refractaria -un par de siglos están ahí para mostrar que, por detrás de innumerables capas de revisionismo permanece inmune. A diferencia, la semana de declaraciones, opiniones en la prensa y los Medios, redes sociales, etc, perfila un dilema para el gobierno argentino de Cambiemos:
- continúa la búsqueda del voto de gestión políticamente correcta, seduciendo al sistema progresista, imaginándose “la” alternativa regional al populismo de izquierda (Maduro) y de derecha (Bolsonaro), e incluso rearmándose frente a un hipotético "peligro brasileño",
- se radicaliza, siguiendo a la mayoría silenciosa de su país, la misma que acaba de mostrar credenciales en ocasión de oponerse a la legalización del aborto con movilizaciones multitudinarias en las calles de todas las ciudades anunciando igual postura frente a la agenda diversitaria dominante, y se une en ello al gobierno Bolsonaro.
Fiel a un estilo de bajo perfil que coloca su imagen a resguardo del escándalo bolivariano, Uruguay tiene un gobierno ideológicamente bien definido -de izquierda. Argentina desde 2015 es centrista. ¿Cuál de los dos será interpelado realmente por el tsunami Bolsonaro?
La izquierda es refractaria -un par de siglos están ahí para mostrar que, por detrás de innumerables capas de revisionismo permanece inmune. A diferencia, la semana de declaraciones, opiniones en la prensa y los Medios, redes sociales, etc, perfila un dilema para el gobierno argentino de Cambiemos:
- continúa la búsqueda del voto de gestión políticamente correcta, seduciendo al sistema progresista, imaginándose “la” alternativa regional al populismo de izquierda (Maduro) y de derecha (Bolsonaro), e incluso rearmándose frente a un hipotético "peligro brasileño",
- se radicaliza, siguiendo a la mayoría silenciosa de su país, la misma que acaba de mostrar credenciales en ocasión de oponerse a la legalización del aborto con movilizaciones multitudinarias en las calles de todas las ciudades anunciando igual postura frente a la agenda diversitaria dominante, y se une en ello al gobierno Bolsonaro.