La guerra política y el poder del lenguaje.
E os campos talados,/ E os arcos quebrados,/ E os piagas coitados/ Já sem maracás;/ E os meigos cantores,/ Servindo a senhores,/ Que vinham traidores,/ Com mostras de paz./ I-Juca Pirama, Gonçalves Dias
Tenemos que encarar a partir del próximo año 2019 una nueva guerra política y social en defensa de las instituciones, muy diferente de la ahora superada guerra electoral, pues comenzará en amplio espectro de luchas por el futuro de nuestra nación y, a mi entender, un teatro de operaciones fundamental será el campo de batalla del lenguaje (escrito, hablado, musical, intelectual, mediático, político y educativo).
El lenguaje es una manifestación física del pensamiento, el acto de pensar es operar ideas, e idear es formar imágenes, cuya realidad puede estar en una simple ilusión mental, como también puede ser el acto de acceder al campo de la verdadera realidad, aquella que vive en la eternidad. ¿Será que estoy un poco platónico hoy?
El dominio del lenguaje es el primer dominio de la acción política, pues la palabra mueve la mente, y ésta mueve el cuerpo, y muchas personas mueven el mundo.
La "cosa en sí" de la política es el poder de la personalidad humana, y un factor fundamental es su buena formación moral y cultural (1), es el poder personal para movilizar a otras voluntades hacia un objetivo común, cierto o errado, virtuoso o vicioso, no importa, el poder personal de movilizar muchas voluntades y hacerlas marchar como una sola persona es capaz de modificar la historia.
La política es el reino en que una persona, en su acción humana determina otras acciones humanas, y las subordina, esa es manifestación del poder: personas mandando a personas.
No existe un ser inherente al acontecer político, lo que existe es una ocasión para el pecado, o para la santidad.
Cuando discutimos sobre política, hablamos sobre vicios y virtudes de personas que son investidas de mandatos, o simplemente de poder, pues el poder deriva de la energía acumulada por la representación (mandato) de grupos, multitudes y pueblos.
La política no es un objeto de estudio que obedece a categorías ontológicas, no existe un "ser" en la política, se trata de un fenómeno derivado de la voluntad humana, que posee el potencial para el bien o para el mal.
¡¿Alguien percibió que esta es la primera vez, en la historia reciente de Brasil, y de los últimos 50 años, que el Pueblo venció reiteradas batallas políticas (2013, 2016 y 2018) y, con eso, viene creando un nuevo dominio del lenguaje?!
Desde la forma más coloquial, hasta la forma más académica de comunicación, pasando por la manifestación humorística y artística, musical y performática, gráfica y gestual, el lenguaje está en efervescencia, y fue esta fuerza del lenguaje, y la comunicación propiciada por los medios electrónicos, los que forjaron este momento.
En 2013 Olavo de Carvalho había destacado que al movimiento rebelde popular le faltaba un líder, y que cuando mucho podría surgir un liderazgo con la función de representar un símbolo catalizador de los anhelos en ebullición, y, este símbolo, ya estaba en proceso de crecimiento, y el Pueblo que no es tonto ya lo había bautizado Mito, aunque en nombre propio ya viene Mesías.
Un punto de partida para la renovación del debate político, al menos, sería cambiar el foco a la discusión sobre la definición de lo que es un conservador y un no conservador, creo que esta es la definición que se debe buscar.
El conflicto político de nuestro tiempo es esta lucha por la supremacía de la comunicación de ideas, y confieso que se me cayó la cara al suelo, pues acabo de descubrir que Norberto Bobbio es un seguidor de la teoría de Gramsci, y que la idea tan propalada de "sociedad civil" es una jerga para encubrir la realidad de hegemonía de la izquierda revolucionaria (2).
Para Gramsci la sociedad civil es la manifestación de la hegemonía de la revolución comunista que domina las ideas (superestructura), mediante educación, cultura y prensa, y la economía y el gobierno (estructura) mediante la hegemonía que absorbe la sociedad política y crea la Iglesia- partido que sustituye la fuerza por la hegemonía del consenso revolucionario tatuado profundamente en el alma humana, mediante la supresión de cualquier disonancia de ideas. La sociedad civil es la manifestación del partido del pensamiento único que se juzga políticamente correcto.
La Revolución Francesa (3) comenzó con una Asamblea Constituyente revolucionaria, donde había una izquierda de la izquierda y una derecha de la izquierda, prosiguió con la Convención en que izquierda de la izquierda fue suplantada por la extrema izquierda de la izquierda, y concluyó con un remedo del Imperio Romano, con derecho a triunvirato que fue sucedido por un Imperio.
De ahí que enseñan esa letanía de que fue la Revolución Francesa la que creó la Izquierda y la Derecha, seamos francos, los franceses hicieron una versión izquierdista y revolucionaria de lo que los americanos hicieron en la forma de una revolución liberadora y conservadora.
Pedro Calmon (4) refiere la naturaleza episódica, y topográfica, en la creación de la definición de derecha e izquierda, en ocasión de la Revolución Francesa, para luego sintetizar la diferencia entre la actitud serena y conservadora, de la actitud precipitada y emocional:
"los caminos divergentes de la solución serena, por lo tanto conservadora, y de la solución precipitada, por lo tanto emocional, de los problemas del pueblo, con las respectivas doctrinas, de evolución o revolución"
Para finalizar rememoro Aristóteles para quien todas las comunidades se proponen algún bien, y la comunidad más elevada de todas es aquella que engloba todas las otras, y ésta pretenderá el mayor de todos los bienes (5), pero el mismo filósofo destaca que en asuntos de " la política de Estado, un teórico suele ser incapaz de practicarla, mientras que el político posee una capacidad intrínseca y experimental (6), sin embargo, tanto si es el científico político, o el propio político, debemos mantener el foco de que la mejor que puede suceder es que haya una preocupación común con un fin correcto (7).
NOTAS
(1) "Si, por lo tanto, como se ha dicho, para que alguien se convierta en una persona de bien debe ser adecuadamente educada y formada en los buenos hábitos y pasar su vida con el fin de llenarlo con ocupaciones útiles y no practicar las acciones viles, voluntaria o involuntariamente, tal es posible que suceda, si los hombres proyectan sus existencias de acuerdo con cierta forma de comprensión y según un orden correcto que tenga fuerza para prevalecer.” (1180a15) [Aristóteles, Ética a Nicômaco, Atlas, 2009, p. 242]
(2) Un esclarecedor trecho de lavado cerebral, con la calidad del sello de la teoría gramsciana, de la autoría de Norberto Bobbio, es cuando ese comunista de las letras jurídicas define "el concepto de sociedad civil": "A principios del siglo XIX, como ya dije , las primeras reflexiones sobre la revolución industrial tuvieron como consecuencia una inversión de ruta frente a la relación sociedad-Estado. Es un lugar común que en los escritos jusnaturalistas, la teoría del Estado sea directamente influenciada por la concepción pessimista o optimista del estado de naturaleza; quien considera el Estado de naturaleza como malvado concibe al Estado como una innovación, mientras quien lo considera como tendencialmente tiende más a ver el Estado una restauración. Este esquema interpretativo puede ser aplicado a los escritores políticos del siglo XIX, que invierten la ruta de la relación sociedad / Estado, viendo concretamente la sociedad industrial (burguesa) como la sociedad pre-estatal: existen algunos, como Saint-Simon, que parten de una concepción optimista de la sociedad industrial (burguesa), y otros, como Marx, de una concepción pesimista. Para los primeros, la extinción del Estado será una consecuencia natural y pacífica del desarrollo de la sociedad de los productores; para los segundos, será necesaria un viraje absoluto, y la sociedad sin Estado será el efecto de un auténtico salto cualitativo. El esquema evolutivo que parte de Saint-Simon prevé el paso de la sociedad militar a la sociedad industrial; el de Marx, al contrario, el paso de la sociedad (industrial) capitalista hacia la sociedad (industrial) socialista. El esquema gramsciano es indudablemente el segundo; pero la introducción de la sociedad civil como tercer término, después de la identificación de la misma no más con el estado de naturaleza o con la sociedad industrial (o, más genéricamente, con la sociedad preestatal), sino con el momento de hegemonía, o es decir, con uno de los momentos de la superestructura (el momento del consenso contrapuesto al de la fuerza), parece acercarse al primer esquema, en la medida en que, en ese caso, el Estado desaparece como consecuencia de la extinción de la sociedad civil, es decir, proceso más de reabsorción que de superación. De este modo, el significado diverso y nuevo que Gramsci atribuye a la sociedad civil nos debe poner en guardia contra una interpretación excesivamente simplista: contra la tradición que tradujo en la antítesis sociedad civil / Estado la antigua antítesis entre estado de naturaleza / Estado civil, Gramsci traduce en la antigua sociedad civil / sociedad política otra gran antítesis histórica, la que se da entre la Iglesia (y, en sentido amplio, la Iglesia moderna es el partido) y el Estado. Por eso, cuando habla de absorción de la sociedad política en la sociedad civil, pretende referirse no al movimiento histórico global, sino sólo al que ocurre en el interior de la superestructura, la cual está condicionado a su vez -y en última instancia- por la modificación de la estructura: tenemos, por lo tanto, absorción de la sociedad política en la sociedad civil, pero, al mismo tiempo, transformación de la estructura económica dialécticamente ligada a la transformación de la sociedad civil. (Norberto Bobbio, O conceito de sociedade civil, original italiano: Gramsci e la concezione della societá civile, Edições Graal Ltda., Rio de Janeiro, 1994. 51-2)
(3) La magistratura y la abogacía siempre tuvo un pie bien puesto en movimientos revolucionarios izquierdistas: "A los 5 de mayo de 1789, [...] Francia, veía, con una curiosidad inquieta desfilar a esos diputados elegidos por cuatro millones de ciudadanos reunidos en los diversos puntos del reino, en quinientos colegios electorales, para revelar y para corregir los abusos, en la conformidad de los mandatos. ¡Cuánto no debía esperar de la admirable armonía con que esos mandatos habían sido redactados, y del predominio popular de las elecciones! De trescientos diputados del clero, sólo cuarenta y noven eran obispos, la nobleza no contaba más de doscientos ochenta y cinco miembros, [...] En seiscientos representantes del tercer Estado, se comprendían ciento cincuenta y tres magistrados inferiores, ciento noventa y dos abogados , sólo setenta y seis propietarios y pocos hombres de letras. (Cesar Cantú, História Universal, Editôra das Américas S.A, vol. XXVIII, São Paulo, p. 10)
(4) “Derecha e izquierda. No previó Rousseau la división de la masa parlamentaria en partidos. En Inglaterra liberales y conservadores provenían históricamente de las fuerzas desavenidas, 'lordes' y 'comunes', separadas más tarde, en dos grupos de intereses atendidos por dos diferentes concepciones de la vida. La Convención francesa, trabajada por las diferencias ideológicas al fuego de las pasiones cotidianas, se deshizo en la derecha e izquierda -se sentándose de un lado y de otro de la asamblea los moderados y los revolucionarios- para que en aquella tempestad política, hubiese, al menos, una distinción topográfica. Quedaron los apodos. Para los partidos permanentes etiquetas a la inglesa. Para las actitudes sociales, clasificación a la francesa. Se refirió ésta a la filosofía y aquélla a la composición. Izquierda y derecha, se convirtieron en tendencias; liberales y conservadores, las facciones. Y la reacción se llamó genéricamente - ultramontana. Tornaron los caminos divergentes de la solución serena, por tanto conservadora, y de la solución precipitada, por lo tanto emocional, de los problemas del pueblo, con las respectivas doctrinas, de evolución o revolución, cuyo debate llenaría el siglo XIX y cuya decisión alcanza nuestros días.” (Pedro Calmon, História das Idéias Políticas, Livraria Freitas Bastos S.A., 1952, p. 241)
(5) "Observamos que toda la ciudad es una cierta forma de comunidad y que toda la comunidad está constituida en vista de algún bien. Es que, en todas sus acciones, todos los hombres apuntan a lo que piensan es el bien. Es, entonces, manifiesto que en la medida en que todas las comunidades apuntan a algún bien, la comunidad más elevada de todas y que engloba a todas las demás se referirá al mayor de todos los bienes. Esta comunidad es llamada 'ciudad', la que toma forma de una comunidad de ciudadanos ".(1252a1-5) [Aristóteles, Política, Editora Vega, Lisboa, 1998, p. 49] (6) "[...] en el caso de la pericia en asuntos de política de Estado, ninguno de los que proclaman enseñarla, los sofistas, la pone en práctica, es ejercida por aquellos que toman parte en asuntos de política de Estado, que parecen más ponerla en práctica a través de cierta cantidad, a través de cierta capacidad que les es intrínseca y por el conocimiento obtenido por experiencia más que por cualquier forma de pensamiento comprensivo de los asuntos. Pues nadie los ve leer nada o escribir lo que quiere sea acerca de esos asuntos (aunque eso les traería, eventualmente, más fama que la redacción de discursos forenses y de naturaleza parlamentaria), o haber hecho de sus hijos o de algunos de sus amigos hombres con capacidad y de acción política.” (1181a1-5) [Aristóteles, Ética a Nicômaco, Atlas, 2009, p. 244] (7) "Lo mejor que puede suceder es que haya una preocupación común con un fin correcto [y que haya el poder de ponerlo en práctica]. Pero cuando esto es completamente descuidado por la comunidad, parece evidente que corresponde a cada uno contribuir a que los propios hijos y amigos obtengan una orientación hacia la excelencia, o al menos para decidirse en esa dirección "(1180a30) [Aristóteles, Ética a Nicômaco, Atlas, 2009, p. 242-3]