El pueblo brasileño en busca de sentido


Veo muchos comentarios, incluso racionales, sobre el hecho de que no debemos meter el hocico en pujas geopolíticas que no son nuestras. Por ejemplo, el conflicto judío y el conflicto árabe. ¡Y estoy totalmente de acuerdo! El Brasil real, el Brasil de antaño, siempre ha sido un ejemplo en diplomacia y mediación de conflictos. Y no una fuerza revolucionaria servil a los diversos intereses globalistas - tanto sionistas-masónicos como comunistas rusos-chinos. Sin embargo, también crítico el hecho de que perdemos con estas fuerzas la ocupación de espacios, tanto en el ámbito religioso como en lo social. No tenemos más símbolos católicos presentes y concretos como antes. La gente ve las ideologías modernas y el estatismo secular como comodidad y sin significado para sus vidas. En este sentido, el ideal católico es necesario y debe ser buscado y restaurado, después de todo, somos una nación ibérica y católica. Debemos buscar el rescate de la belleza, de las leyes racionales, de la cultura, de las estructuras sociales descentralizadas y orgánicas, de la tradición, del lenguaje, de la jerarquía, de la estabilidad, etc. Hacer que la gente tenga su refugio en esas cosas y no en el aparato impersonal, burocrático, racionalizado y laico del estado moderno. Desde el momento en que ellas vislumbren que la realidad trasciende el mundo moderno construido, horrible y relativista, sólo querrán bife de lomo. Así como la materia desea la forma, ellas desearán lo bello y el bien. Sin embargo, hay tantas tensiones para alcanzar esos valores y fines que debemos perforar estas capas y dominar los medios de acción si queremos la restauración de Brasil de hecho. Buscarle la quinta pata al gato entreviendo gnosticismo y herejías hasta en los carritos que venden panchos hará que las personas, ya influenciadas por la religión civil secular, se alejen aún más del verdadero ethos. Seamos creativos y verdaderos, que será inevitable, así como lo fue en las elecciones: el pueblo brasileño se encontrará consigo mismo, de nuevo. 
D. Ferraz
(en Cuadernos Netnográficos) 

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