“Lucharemos en las playas…”
La verdad os hará libres. Juan 8: 31-38.
En Brasil desde 2016 el pueblo obtiene un triunfo por año. Para ellos es así. Aquél 2016 se desmoronaba el régimen petista con la destitución de la presidente Dilma Rousseff. En 2017 llegó el fallo de prisión, en una de tantas causas judiciales por delitos comunes, para Lula, jefe máximo de la izquierda brasileña y fundador del Foro de San Pablo. El 7 y el 28 de octubre pasado fue el turno de la revolución del voto. Las masas en las calles condicionaron cada uno de esos eventos históricos y son las que destacaron a los protagonistas individuales que, a su turno, van expresando sus demandas (Bolsonaro, Moro, de Carvalho, etc). La pregunta con miras al 1 de enero próximo es si se profundiza la revolución política o se cristaliza en un nuevo orden institucional. ¿Qué será del programa de gobierno original? ¿Veremos un nuevo programa resultante de la puja entre las propias agendas sectoriales del nuevo gobierno? ¿Se saldrá con la suya el deep State tucano -petista? Por ejemplo, ¿conseguirá sostener la actual generación de Itamaraty la subordinación nacional al multilateralismo que la formó en las últimas décadas?
La concordia Bolsonaro.
Como anticipamos tantas veces en O Mito durante
la campaña presidencial, la formación del nuevo gobierno es una
concordancia de sectores y figuras públicas que lucharon contra la hegemonía
socialista, cada uno ahora con su propia agenda sectorial, corporativa y/o
ideológica de gobierno. Hoy la propia agenda del Ejecutivo se resume en cuáles de
estos sectores de la vida brasileña deberán hacer el mayor esfuerzo en un
contexto de miseria moral, debacle intelectual, bomba fiscal a punto de
estallar, y así por delante, después de un veinteño de gobiernos de izquierda. Estos
sectores están representados en el gobierno y entre los parlamentarios afínes:
- La corporación política, con el Jefe de la Casa Civil y principal articulador del Presidente.
- La corporación militar, con el Vicepresidente y ministros.
- El liberalismo, con el súper Ministro de Economía y su equipo..
- La ideología socialdemócrata, con el súper Ministro de Justicia y Seguridad Pública, la probable Presidente de la Cámara de Diputados de Sao Paulo (PSL), etc.
- Las corporaciones, la Confederación Nacional de Industrias, los BBB, evangélicos, agro negocios, etc, con varios parlamentarios.
S Siguiendo esas líneas, a simple vista se vislumbran ya algunas tensiones:
- Corporativismo político / superministerio de Economía (SE),
- Petrobrás – militares / SE,
- Confederación Nacional de las Industrias / SE,
- China / SE,
- Mercosur / SE,
- Corporativismo educacional y universitario / guerra de las ideas.
Cons
factor.
Antes de pasar a la economía, área que parece la tromenta perfecta, queda flotando una pregunta para el atento lector de O Mito: ¿dónde quedaron los conservadores?
El pueblo brasileño es conservador de sentido común. Hay también emprendimientos básicamente culturales que se autodefinen conservadores. Pero no hay un partido político conservador, al parecer tampoco proyecto alguno de formarlo. Si bien la educación del Presidente no es conservadora, sí lo es el arco de alianzas que supo construir, expresando madurez en tal sentido mientras enhebraba los acuerdos durante la campaña. Así las cosas, el propio Jair Bolsonaro es la representación política del conservadorsimo de sentido común del pueblo brasileño. Lo que se debate por estas horas es cómo fue que la economía, que apenas generó pasiones en la batalla electoral, se lleva ahora la atención primera mientras la pauta conservadora, que sí movilizó a las masas, pasa a un segundo plano? Otros afirman, al contrario, que se debe persistir priorizando la Seguridad Pública, contra el desarmamento civil, la Escuela Sin Partido, etc, porque eso sí es factible de éxito, esto es, menos difícil de realizar -y así cumplir promesas de campaña- que enfrentar a los poderosos intereses corporativos. Hay que ver cómo continuará esta historia una vez que el espanto ya no asocia a varios de los sectores integrantes que confluyeron en la victoria del 28 de octubre. Porque el primer frente de tormenta toca de lleno los intereses corporativistas.
El pueblo brasileño es conservador de sentido común. Hay también emprendimientos básicamente culturales que se autodefinen conservadores. Pero no hay un partido político conservador, al parecer tampoco proyecto alguno de formarlo. Si bien la educación del Presidente no es conservadora, sí lo es el arco de alianzas que supo construir, expresando madurez en tal sentido mientras enhebraba los acuerdos durante la campaña. Así las cosas, el propio Jair Bolsonaro es la representación política del conservadorsimo de sentido común del pueblo brasileño. Lo que se debate por estas horas es cómo fue que la economía, que apenas generó pasiones en la batalla electoral, se lleva ahora la atención primera mientras la pauta conservadora, que sí movilizó a las masas, pasa a un segundo plano? Otros afirman, al contrario, que se debe persistir priorizando la Seguridad Pública, contra el desarmamento civil, la Escuela Sin Partido, etc, porque eso sí es factible de éxito, esto es, menos difícil de realizar -y así cumplir promesas de campaña- que enfrentar a los poderosos intereses corporativos. Hay que ver cómo continuará esta historia una vez que el espanto ya no asocia a varios de los sectores integrantes que confluyeron en la victoria del 28 de octubre. Porque el primer frente de tormenta toca de lleno los intereses corporativistas.
Master
and Commander. El frente económico.
Pablo Guedes es la cara visible del sector liberal en el
gobierno. Sin compromisos de partido, cuenta con una agenda propia con su equipo:
ajuste fiscal, reforma
previsional, control inflacionario, independencia del Banco Central, corte de
gastos, simplificación tributaria, privatizaciones, apertura comercial, etc. Según
los economistas liberales, la estabilidad fiscal es precondición para contar con un
Estado que pueda actuar. Para desactivar la bomba fiscal pronta a estallar,
Bolsonaro debe instalar el tema en el debate público, en particular que todos
los sectores, primero las corporaciones acostumbradas a quedarse con un
gran bocado del presupuesto, tienen que ceder. Porque no es suficiente combatir
la corrupción, cerrar ministerios y contar con buenos técnicos que los dirijan.
Argentina o la crónica de una capitulación
anunciada.
El mayor de los países rioplatenses
ofrece un parámetro que no habría que desestimar, no solo en cuanto a la evidencia de las consecuencias del llamado gradualismo del gobierno
Macri, esto es, no haber aprovechado la luna de miel que goza todo gobierno en su estreno para cumplir la agenda Guedes reduciendo el
Estado y, en lugar de ello, saltearse las batallas (crónica argentina de una
capitulación anunciada). Pero antes que nada, "la celeste y blanca" enseña -por la negativa,
es cierto- la relación fundamental que existe entre economía y moral. Veamos.
La experiencia Argentina de Cambiemos, evitando los embates decisivos contra los corporativismos político,
sindical y empresarial, muestra la decadencia de un gobierno que sacriificó su
capital para cumplir sistemáticamente con la agenda diversitaria.(1) En
efecto, el contribuyente no acompaña un ajustazo económico,
sin metas mayores que valgan la pena, cuestiones tales como que el lugar de los
ladrones es la cárcel, acabando con la violencia urbana, defender la vida
y la familia y así por delante, son caros a gran parte del electorado de
Macri. Muy por el contrario, el Presidente argentino mantuvo el status quo con el
corporativismo, el garantismo judicial y la ingeniería social progresista.
Ahora que estalló la bomba fiscal y sobrevino un ajuste generalizado impuesto
por las circunstancias (y el FMI), el pueblo argentino no se identifica con ninguna lucha
de orden superior que justifique el sacrificio del ajuste económico, apenas el
sabor de que son siempre los mismos los que salen ganando mientras se legisla a
favor de la educación de género en los colegios, tríos y swingers en los
hoteles, y no cede el empeño de despenalizar el aborto. El desaliento sube la tendencia electoral del Foro de San Pablo en las encuestas y baja las que están a
favor de Macri.
“Que me digan por qué luchar, por qué vale la
pena el sacrificio”.
Este cuadro lleva a pensar que en Brasil hay
una revolución y está ahí. Que actuar en consecuencia será atender todos los
frentes a un tiempo, hablándole claro al pueblo. Tan claro como una vez lo hizo
el viejo Primer Ministro al suyo, ofreciéndole un motivo de orden superior para soportar las renuncias materiales.(2) Decirle la verdad al pueblo bien puede inspirar la confianza como nuevo factor aglutinante, substituyendo de una vez, el espanto de un retorno
izquierdista al poder, que pocas veces suele ser buen consejero.
NOTAS
(1) “Salud reproductiva” (aborto), ideología de género, desarme civil, calentamiento global, etc, configurando la subordinación constitucional nacional a la legislación de los organismos internacionales.
(2) “Llegaremos hasta el final. Lucharemos en Francia. Lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con confianza creciente y fuerza creciente en el aire. Defenderemos nuestra isla, al precio que sea. Lucharemos en las playas, lucharemos en los aeródromos, lucharemos en los campos y en las calles. Lucharemos en las colinas. No nos rendiremos jamás…” Winston Churchill, 4 de junio de 1940.
(1) “Salud reproductiva” (aborto), ideología de género, desarme civil, calentamiento global, etc, configurando la subordinación constitucional nacional a la legislación de los organismos internacionales.
(2) “Llegaremos hasta el final. Lucharemos en Francia. Lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con confianza creciente y fuerza creciente en el aire. Defenderemos nuestra isla, al precio que sea. Lucharemos en las playas, lucharemos en los aeródromos, lucharemos en los campos y en las calles. Lucharemos en las colinas. No nos rendiremos jamás…” Winston Churchill, 4 de junio de 1940.